La “Casa de los Azulejos”, ubicada en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, fue construida en el siglo XVI y actualmente forma parte del patrimonio nacional de México. Fue hasta el año 1737 que se le conocería como el “Palacio Azul”, nombre que recibió tras la restauración y revestimiento de la fachada exterior con piezas de cerámica poblanas. Durante los siguientes 300 años, pasarían por la casa un par de familias de políticos españoles destacados, al igual que sería remodelada en al menos cinco ocasiones y restaurada sólo en dos momentos.

La casona, asentada entre las actuales calles Francisco I. Madero y callejón de la Condesa, inicialmente se encontraba separada por un callejón que creaba una división en ala sur y norte. El primer dueño de la casa y el anexo “Plazuela de Guardiola” fue Damián Hernández.

Damián Hernández, viéndose en apuros económicos en aquella época decide venderla y es adquirida por Diego Suárez de Peredo en 1596, quien más adelante traspasó la casa y el anexo a su hija, Doña Graciana Suárez de Peredo y Acuña.

Doña Graciana Suárez de Peredo y Acuña se unió en matrimonio con el Segundo Conde del Valle de Orizaba, Don Luis de Vivero e Ircio; quienes posteriormente unieron el anexo y la casa para convertirla en un solo predio.

Poco más de cien años después, Doña Graciana, Quinta Condesa del Valle de Orizaba, será la dueña encargada de restaurar la casona como hoy la conocemos. La Condesa, viviendo primero en Puebla, decide moverse a la Ciudad de México en 1708. En 1737 tras observar el deterioro de la propiedad, ordena al Arquitecto Diego Durán Berruecos la restauración de la casa.

El arquitecto, adornó la fachada exterior de la casa con talavera, pieza alfarera poblana de la cual, su distintivo es el acabado vítreo en color blanco marfileño como base de la decoración, proveniente principalmente de las localidades de Atlixco y Cholula, en el estado de Puebla. Además, decidió trabajar en cantera labrada y balaustradas los arcos, columnas, rodapiés y cornisas de puertas y ventanas, resultando en una obra cargada de detalles y belleza invaluable.

Cabe destacar que Diego Durán también fue la mente detrás de la construcción del templo de Santa Prisca de Taxco, ubicada en el centro de Taxco, Guerrero.

De estilo barroco novohispano, el Palacio Azul, como se le empezó a conocer, pasó a formar parte de la familia Yturbe Idaroff, la cual fue la última en darle un uso habitacional al Palacio. Posteriormente en 1881, se convirtió en la sede Jockey Club de México, uno de los centros exclusivos de la élite Porfiriana. Ulteriormente, el predio fue rentado a los hermanos Walter y Frank Sanborn, quienes convirtieron el palacio en una farmacia y cafetería, la que destaca por ser la primera en todo México.

Actualmente la empresa iniciada por los hermanos es la dueña del predio. Cabe señalar que la Casa de los Azulejos aparece en la pintura “La entrada del ejército Trigarante”, de la cual se desconoce su autor y sugiere una importancia como centro de reunión de políticos durante aquellos años.

También, en su interior podemos encontrar un mural del legendario pintor mexicano José Clemente Orozco, pintado en 1925 por encargo de Francisco Sergio Iturbide.

Una bella obra arquitectónica que resalta el detallado trabajo con las piezas alfareras poblanas, una tradición que data del siglo XVI en México y la cual sigue acercando a miles de personas a observar con asombro. Más adelante ahondaremos en las piezas alfareras que resaltan el encanto de la artesanía mexicana.

Reportero: Pedro Jacobo López del Campo
Fotografías: TripAdvisor , wikipedia.org

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